sábado, 7 de febrero de 2009
El cuervo en La Bufa
He sobrevolado el mundo desde siempre, he sido todo, pterodáctilo y mosquito, águila y luciérnaga. Continúo maravillado por tanta belleza, aunque al mismo tiempo estoy fastidiado ya de todo. No espero nada, no anhelo nada, tan sólo vuelo y observo, planeo sobre las montañas y los valles, me divierto haciendo algunas piruetas para matar el tiempo. ¿Qué otra cosa podría hacer? Floto suavemente desde la nada hacia la nada, siempre al borde del abismo y la explosión de euforia… simultáneamente, como si una de mis alas quisiera volar al norte y la otra al sur. Veo humos a lo lejos, no sé si producto de bombas, fábricas o simples incendios naturales, poco importa. He amado y he degustado cada trozo de animal putrefacto; en palabras de un gran poeta, confieso que he vivido. Pero es tarde ya, oscurece en la noche de los tiempos, y mis alas están cansadas… cansadas y ansiosas de seguir volando, extenuado y rejuvenecido al mismo tiempo. Escucho música a lo lejos, melodías que tranquilizan y perturban mientras continúo flotando sobre el mundo. El anhelo de infinito, la atracción por el vacío… inundan mi cabeza y se diluyen a través de cada resquicio de mi ser; en cada pluma y en cada pensamiento, la contradicción, el todo, me fulmina, me asfixia. ¡Pero que bella puesta de sol allá en el Cubilete!
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)