Estoy en Passo Sella, en Dolomitas, Italia. El viaje de vuelo libre está por terminar, tal vez pasemos por Austria de regreso hacia España... es lo de menos, suficientes países hemos visitado ya.
Los paisajes son increíbles, pero como siempre, en el fondo es la misma cosa en todos lados. Diferentes personas, idiomas, climas, etc., la mente se retuerce un poco, pero compartir con otros 6 el viaje en un pequeño espacio como es la auto caravana eso sí fue todo un reto; la convivencia, los olores, costumbres, la lucha de egos, vivir bajo mínimos, una buena experiencia al fin y al cabo.
Me doy cuenta en este viaje que mis directrices básicas siguen siendo las mismas... Yo soy como el río, por el que todo fluye, nada sabe, nada quiere, mas todo lo intuye.
Tengo unos libros a mi lado (El mapa y el territorio de Houellebecq e Historias de vértigo de Julien Green), una cerveza barata, un trozo de queso gouda, el radio a la escucha para saber si todos despegan y poder bajar al pueblo el cacharro este, mi iPhone y este Ipad donde ahora escribo.
No creo necesitar mucho más, mi portabilidad, como diría Vila-Matas, cada vez es más absoluta.
Viendo en Facebook las fotos que he publicado del viaje, me preguntaba mi abuela Cuca que si no siento la presencia de un hermoso Dios creador o algo por el estilo.
La verdad no lo sé, ya no pienso demasiado y eso es una gran ventaja, pero si algo tuviera que pensar seguiría remitiéndome como siempre a Pessoa: Yo no creo en Dios, porque nunca lo he visto... pero si Dios es la nieve que cubre la cima de estas magníficas montañas de roca maciza, las nubes y los ríos de agua cristalina, entonces sí creo en él, y mi vida entera es una oración y voy con él a todas horas.
¿Y para qué llamarlo Dios entonces? Si él quiere que lo conozca como flores, luz de luna y paisajes hermosos.
Hablando en términos de Castaneda, cada día que pasa me siento más fuerte, más sólido, más animal... En algún momento mi cabeza dio un giro espeluznante y me convertí, casi sin darme cuenta, en un auténtico guerrero. No temo ya a la muerte ni a la incertidumbre... soy un viajero del infinito y mi único objetivo, como el de cualquier otro guerrero que se precie de serlo, es la libertad total.
Aprendí a buscar mis propios tiranos, algunas veces en los libros y otras en la vida... Voy perdiendo la forma humana, puedo ser esclavo o jefe, ya no me importa, la meta es aprender, viajar, conocer, fortalecerse, obtener habilidades de supervivencia, ser autónomo y eficiente al máximo, pensar y actuar de manera sistemática, pero al mismo tiempo impredecible para los demás... Como en un juego de poker.
La vida es demasiado compleja y demasiado simple al mismo tiempo. La dualidad, la multiplicidad, están en todo.