viernes, 17 de octubre de 2014

Espectadores del pantano

Cuesta muchos años y esfuerzo el darse cuenta de que en realidad no tenemos ninguna obligación real en la vida, ni trabajar ni tener hijos ni nada, mucho menos crear una obra artística por más talento que se tenga.

Somos espectadores y no creadores en el teatro del mundo; en la gran película del universo nuestro sitio está claramente definido, el espectáculo ya es lo suficientemente hermoso, no hay más que tomar asiento y disfrutar.

Me encuentro cerca de Málaga, al sur de España. Mis amigos están por despegar en parapente, acabamos de tomar un baño delicioso en un lago, la vida es simple, no se necesita casi nada para sobrevivir.

La música clásica suena en el estéreo de la auto caravana, leo a Houellebecq, El Viaje de Charles Baudelaire... Saber amargo, aquel que del viaje se obtiene...

Casi ha terminado nuestro maratón de 45 días por Europa, después de visitar una decena de países regreso a casa con mis dos mujeres por fin, a mi tierra, con mi familia, la comida mexicana, etc. Tal vez conocí cientos de pueblitos, vivir de esta forma sin duda te fortalece, aprendes a convivir con un grupo de personas, todas diferentes entre sí, en un espacio muy pequeño... A apreciar las cosas simples de la vida.

En general creo que regresaré mucho más fuerte de lo que vine, el que anda mucho ve mucho y sabe mucho. Ya quiero regresar, pero sé que pronto partiré de nuevo, buscando no sé bien qué, pero buscando siempre hasta morir.

Tengo incluso buenas oportunidades de negocio a raíz de este viaje, Mafer y Sofi aprendieron a estar sin mí (nunca nos habíamos separado tanto tiempo), a llevar las riendas del negocio; con todo y los problemas que hubo durante el viaje el saldo creo que es más que positivo, no fueron más que la sal y la pimienta necesarios.

Ahora suena el Canon de Pachelbel, parvadas enormes se posan sobre el pantano del Chorro, donde seguramente acamparemos después de cenar y una partida de poker. La vida es simple.

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