Decía Witold Gombrowicz, me parece que en Ferdydurke, su obra más emblemática, que para congraciarse con un grupo de alumnos que se divertían matando a un ratón en su escuela, él decidió matar una paloma, pero al mostrárselas en vez de obtener aceptación encontró rechazo. Posiblemente en vez de un ratón se trataba de una rana y en lugar de una paloma un gato, no lo recuerdo con exactitud, pero la idea es la misma: el tamaño sí importa. Matar una mosca, una hormiga, un alacrán o una avispa, es aceptado, bien visto, cotidiano. En cambio matar a un perro o a un gato son síntomas inequívocos de crueldad absoluta y despiadada. ¿Por qué? simplemente por el tamaño.
Decía Bolaño en 2666, que a las muertas de Juárez (o de Santa Teresa, como prefieran llamarles) nadie las pelaba, a pesar de ser tantas y haber muerto bajo condiciones tan violentas y salvajes, porque en realidad no pertenecían a la sociedad, eran seres pequeños e insignificantes, bichos obreros de maquiladoras en el norte de México. El asesinato de JFK o Lennon importan porque su tamaño (ante la sociedad al menos, debido a su fama sobre todo) era grande; hasta la fecha continúan los programas televisivos que especulan sobre conspiraciones, asesinos múltiples, etc.
El mismo Bolaño ponía el ejemplo de los barcos que transportaban esclavos desde África hacia Estados Unidos, donde buen porcentaje de "la carga" (es decir, negros) se perdía y nadie decía nada ni pedía que se juzgara al capitán del barco por la muerte de tantos seres humanos en un solo viaje. Sin embargo, el repentino acceso de locura de un habitante de Virginia que mató a su madre era la noticia del momento incluso durante meses enteros, hasta podía llegar a convertirse en leyenda al correr los años. Y todo porque él sí pertenecía a la sociedad, tenía un nombre y apellido, estaba dentro de los muros, en el sistema, etc.. su tamaño importaba, tal vez no tanto como el de otros, pero importaba.
Otro ejemplo claro: mi gata acaba de matar a dos golondrinas de tres que se habían establecido en la cochera para dormir, incluso decapitó a una de ellas. Sentimos pesar, ya que hasta les habíamos sacado fotos, y ahora la que queda parece muy triste (o eso nos imaginamos, tal vez a ella no le importe en absoluto). Dana (la gata) se pasa la vida matando insectos, arrancándoles las patas a los grillos y torturando alacranes o cualquier tipo de bicho; eso no nos parece tan salvaje, supongo que por la misma simple y sencilla razón: el tamaño.
Más ejemplos.. ayer casi nos partimos la madre en la carretera, regresando de Querétaro (por cierto, del funeral de la abuela de Mafer, a propósito de muertes y tamaños.. era una mujer grande y como tal, se le lloró mucho). Una puta vaca de mierda se atravesó en el camino, frente a la planta de Siemens, viniendo por la libre, ya que siempre tomo la desviación hacia Guanajuato en Los Infantes viniendo de Irapuato (¿qué caso tiene pagar la caseta cuando haces prácticamente el mismo tiempo? además ya era de madrugada y no habría tráfico por la libre, que es lo que luego entorpece el recorrido en Las Teresas). En realidad, el camión que traía pegado a la cajuela ya me había puesto de malas varios kilómetros atrás (otro claro ejemplo de que el tamaño sí importa.. seguro que si se tratase de un vocho no me hubiera perturbado tanto), venía muy cansado porque además la noche anterior casi ni dormimos, el viaje de ida, etc., pero bueno, al final se combinaron varios factores: la poca iluminación del lugar, el que a último momento el chofer del camión me haya echado las altas, yo pensé que haciéndomela de pedo, así que volteé por el retrovisor como solemos hacer en ese tipo de casos, pero es muy probable que lo haya hecho para avisarme de la vaca al notar que no reducía la velocidad, o tal vez él mismo no alcanzaba tampoco a divisar del todo bien la silueta de la res, que por cierto no tenía casi manchas blancas, así que se confundía fácilmente con una sombra provocada por los árboles o algo por el estilo. Total que de no ser por Mafer que me gritó ¡cuidado, vacaaaa!, me hubiera estampado con la oscura res (lo que me recuerda al chiste aquel donde al emparejarse un coche con otro en una curva, un conductor le grita al otro ¡animal!; como es de esperarse este último reacciona mentando madres a diestra y siniestra, justo antes de estrellarse con una vaca). En ese mismo tramo, unos kilómetros antes, a la altura de la desviación hacia Cuevas más o menos, hace poco atropellé a una liebre. Salió de pronto, se lampareó con las luces del auto y por más que traté de esquivarla sólo sentí como pasaban las llantas sobre el infortunado animal.. pero hay una diferencia notoria entre arrollar una liebre y una vaca ¿cierto? Adivinaron, sólo por el tamaño, ¿verdad que sí importa?
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