sábado, 2 de mayo de 2009

Pandemia

Ahora por si fuera poco somos los nuevos apestados del mundo; a raíz del brote de influenza porcina los mexicanos en el extranjero son tratados aún peor que antes, y dentro del país también se ha desatado un odio hacia los chilangos, debido a que el principal foco de contagio es nada más y nada menos que el defectuoso. La gente se queja, es natural, pero también es natural que haya semejante rechazo, siempre tiene que haber un chivo expiatorio, un pendejo a quien echarle la culpa de los pedos. ¿Qué mejor pendejo que un mexicano para cargarle al muertito? Y entre los mexicanos, ¿podría haber otra alternativa en vez de los chilangos? Hace poco, antes de que surgiera (o se diera a conocer) el brote de influenza, pasamos por el D.F. en el trayecto a Veracruz.. una experiencia frustrante, apestosa y nauseabunda.. policías que te bajan un billete respaldados en leyes absurdas que prácticamente impiden a los fuereños circular incluso en las afueras de la ciudad. ¿Qué podría esperarse de una de las ciudades más grandes del mundo que ni siquiera trata sus aguas negras? Transitar por la capital del país es una de las peores experiencias imaginables para cualquier ser humano (y miren que nací ahí, pero afortunadamente llevo casi toda mi vida fuera de ese marranero putrefacto).

En fin, estamos encerrados en casa, prácticamente en cuarentena por recomendación gubernamental, con la economía (ya de por sí jodida) hecha pedazos.. paranoicos, temerosos, incrédulos. Es una mamada vivir así, mañana me voy a volar y me importa un cacahuate si al mundo se lo lleva el carajo. El planeta crea sus anticuerpos intentando eliminarnos y hace bien, tampoco es la primera vez que pasa.. cuestión de suerte, si nos toca pues ni modo, qué se le va a hacer, de algo habrá que morir.

¿Pandemia? la verdadera pandemia es la estupidez universal en que vivimos, ni siquiera vale demasiado la pena subsistir en medio de asnos (y mucho menos que sean precisamente los peores burros quienes decidan nuestra suerte). Yo me voy a volar mañana y a ver qué pasa, en el fondo, como siempre, me viene valiendo madre. Creo que si a más gente le valiera madre todo, el mundo no estaría tan mal; mucho más peligroso que la mediocridad y la apatía resulta el desenfrenado anhelo de éxito y reconocimiento en el que están inmersos la gran mayoría.

Hay razones de sobra para sospechar del gobierno, pero elucubrar sobre teorías del complot y métodos de control por parte de oscuras órdenes secretas me da una hueva impresionante, como casi todo lo demás. Así que bueno, reitero mis intenciones: vámonos a volar y a ver qué pasa.

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