sábado, 11 de agosto de 2007
la continuidad de los parques
Mi continuidad de los parques no es como la de Cortázar. Yo no tengo nada que ocultar, lo que digo es lo que digo, y nada más. No soy tan inteligente ya, tal vez en algún tiempo lo fui, pero no más. En mi esfuerzo por encontrar una voz más auténtica, más sincera, he llegado a un punto que raya en la estupidez misma. A mí los parques me dicen muchas cosas y no me dicen nada.. dicen lo que dicen y ya. Los viejos sentados durante horas y horas en las pequeñas bancas, volteando a ver a la gente como los girasoles cuando se mueve el sol. Los niños corriendo, jugando a la pelota. Y los perros que sacan a pasear sus dueños y las praderas y los árboles y las veredas.. esa es, para mí, la continuidad de los parques de todo el mundo. ¡Si tan sólo pudiera encontrar algo que me gustara un poco durante un rato!, aunque fuera la sensación de abandono necesaria para viajar incansablemente por fuera, visitando países y ciudades distintas, para olvidar (o cuando menos apaciguar) así mi viaje de adentro. Pero nada me atrae demasiado, las mismas ruinas, los mismos ríos, los mismos mares, la misma gente por todas partes con pequeñísimas variantes como el idioma, el color de la piel, las costumbres.. pero nada en realidad sobresaliente. Aquí la influencia es del greco, allá del neoclásico, y más allá del medievo.. ¿qué me importa todo eso a mí?, a final de cuentas ruinas y ciudades igual de grises por todas partes, con sus calles atestadas de empleados y delincuentes y vendedores ambulantes y desempleados y policías y todo eso que ya me sé de memoria. Hay ocasiones en que he llegado a pensar que viajar es para estúpidos, esos que son capaces de ir a un lugar solamente para poder decir después que estuvieron ahí. Y sacan muchas fotos y compran recuerdos y postales que envían a sus amigos y familiares. Sin embargo yo, tal vez por un exceso de estupidez aún más notorio, me encuentro viajando también.. creo que, más que nada, por desesperación.
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