lunes, 28 de octubre de 2013

El Cerro del Sombrero y La Bufa

No sé si podría decir que desperté, o aparecí repentinamente, en la punta del Cerro del Sombrero. No caminaba sobre el cerro, más bien flotaba, como surfeando las crestas rocosas del pequeño montículo al lado de la presa La Purísima. Alcanzaba a percibir el reflejo de la luna sobre el agua del embalse, trataba de ver mis manos en el "sueño", pero resultó muy fugaz la visión de mis propias manos, rápidamente se convirtieron en alas negras y brillantes. Cuando grazné con fuerza me di cuenta de que yo era un cuervo, e intentaba escapar de algo así como un gigante que me atrapaba, cuyo rostro se acercaba al mío y después se desvanecía.

Me dirigí hacia una cueva en La Bufa, al parecer yo vivía ahí, o al menos me refugiaba temporalmente. Todo mundo relaciona al Cerro del Sombrero con El Cubilete por la leyenda que cuenta que de ahí se columpiaba el diablo entre ambas montañas; pero en realidad la conexión que hay entre el Cerro del Sombrero y La Bufa es mucho más profunda, son montañas de frecuencias similares, sitios de poder, vamos. Si bien al famoso Cubilete nadie le niega su poder, éste ya se encuentra tan gastado y manoseado que no vale la pena siquiera pensar en él.

Pero en fin, la cuestión importante no son los cerros... tampoco los cuervos o los sueños. Nada es en realidad lo suficientemente notorio como para resaltar. La bruma que cubre las montañas abarca hasta donde alcanza la vista, y en algún momento del viaje regreso a ser yo, acostado en mi cama, temeroso de las sombras nocturnas.

Al día siguiente emprendo una caminata hacia La Bufa y reconozco todo lo que vi con anterioridad desde el aire... las formaciones rocosas, las cuevas, los grabados y la maleza. No era necesaria la confirmación, yo sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo. En una de las cuevas el fuego aún ardía y el humo seguía brotando como en un volcán.


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