Me dirigí hacia una cueva en La Bufa, al parecer yo vivía ahí, o al menos me refugiaba temporalmente. Todo mundo relaciona al Cerro del Sombrero con El Cubilete por la leyenda que cuenta que de ahí se columpiaba el diablo entre ambas montañas; pero en realidad la conexión que hay entre el Cerro del Sombrero y La Bufa es mucho más profunda, son montañas de frecuencias similares, sitios de poder, vamos. Si bien al famoso Cubilete nadie le niega su poder, éste ya se encuentra tan gastado y manoseado que no vale la pena siquiera pensar en él.
Pero en fin, la cuestión importante no son los cerros... tampoco los cuervos o los sueños. Nada es en realidad lo suficientemente notorio como para resaltar. La bruma que cubre las montañas abarca hasta donde alcanza la vista, y en algún momento del viaje regreso a ser yo, acostado en mi cama, temeroso de las sombras nocturnas.
Al día siguiente emprendo una caminata hacia La Bufa y reconozco todo lo que vi con anterioridad desde el aire... las formaciones rocosas, las cuevas, los grabados y la maleza. No era necesaria la confirmación, yo sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo. En una de las cuevas el fuego aún ardía y el humo seguía brotando como en un volcán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario