sábado, 11 de agosto de 2007

una mente literaria

En estos casos, una mente literaria se acompaña de autores, aun sin libros. Primero que nadie, aquel que lo dijo en El Horla: Maupaussant. “Un hombre con inteligencia no debe estar solo, pues comienza a poblar el espacio con fantasmas”. Claro que muchos otros lo han dicho de diferentes maneras, pero a mí me gusta Maupaussant. Los verdaderos perdidos dejan huellas, quieren ser encontrados. Sólo aquel que jamás se ha perdido no desea ser descubierto. Fragmentos, retazos.. “aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras / al cielo, de mañana, arrójanse desnudas / que sobre el mundo vuela, y entiende sin esfuerzo / la lengua de las flores y de las cosas mudas” “saber amargo, aquel que del viaje se obtiene…”. El único asidero, pedazos de lucidez en medio de la locura, pequeños y difusos fragmentos de Los Cantos de Maldoror, Giovanni Papini, Pessoa, Samuel Beckett, Vila-Matas, Houellebecq, Poe, Illich, Burroughs y demás superestrellas que conforman tu constelación personal de salvavidas. Diversas técnicas, ya sabes, el escarceo habitual. Nada grandioso, nada sublime, puros tipos raros y se acabó. Pero a falta de mejor ocupación, comienza uno a tejer hilos.. a relacionar pintores con músicos y secretarias con barrenderos. Se recuerdan datos curiosos, fechas, amistades, parentescos, fotografías famosas. Tu mente ya no es más que un gran receptor del mundo, una pantalla donde el collage del universo logra su más exquisita representación. Cualquiera podría verlo, pero estás solo, y una pantalla no puede verse a sí misma; eres la ola que se estrella contra una playa donde no hay nadie que la vea o escuche. No existes porque existes demasiado.

1 comentario:

Andrés Borbón dijo...

Entré aquí referido por tu comentario en mi blog de elogroliterario y... ¡Caray! me quedé sorprendido. Buenísima entrada esta, y estoy totalmente de acuerdo contigo acerca de la absoluta necesidad de algunos (de nosotros) de rozarnos con la locura, propia o ajena. Amenazo con regresar pronto...